¿CONVICCION O EMOCION?
Nosotros los cristianos podemos estar viviendo nuestra vida en el Señor a través de la emoción o a través de la convicción.
Y es que muchas veces tratamos de anteponer la emoción a la convicción y es allí cuando nos enredamos en emociones muy propias que van a la contra de lo que por convicción deberíamos pensar o creer acerca de diferentes asuntos de la vida cotidiana del cristiano.
Un cristiano que vive a través de la emoción es inconstante, porque nuestras emociones y sentimientos lo son.
Hoy estamos felices sonriendo, pero mañana pueda que este tristes o hasta llorando. Hoy nos reímos y mañanas estamos enojados. Las emociones son inconstantes y por ello nosotros no deberíamos permitir que nuestro estado de ánimo defina lo que realmente deberíamos creer.
La Biblia dice: “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” Santiago 1:8 (Reina-Valera 1960). Vivir a través de la emoción es garantizar una vida inconstante en todos los sentidos y en cualquier área.
La emoción muchas veces le gana a la razón y es allí cuando nos damos un gran tropezón.
Un cristiano que vive a través de la emoción es un cristiano que cuando se siente triste duda de lo que Dios puede hacer, es un cristiano que cuando se siente solo, piensa que Dios lo ha abandonado, y es que un cristiano que vive a través de la emoción hace que su fe se tambalee según el estado de ánimo que él se encuentre.
Ahora bien, un cristiano que vive a través de la convicción es una persona que tiene muy bien fundamentada sus creencias, su confianza y su fe en Dios. Es alguien que no se deja manipular por las emociones del momento, ni por los sentimientos que se produzcan como resultado de la situación difícil que pueda estar viviendo.
Un ejemplo de un cristiano que vivía a través de la convicción es el Apóstol Pablo, que no permitía que las emociones del momento, las situaciones difíciles que le tocaba enfrentar o los comentarios de las personas determinaran su convicción, sino más bien decía lo siguiente: “Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado” 2 Timoteo 1:12 (Nueva Versión Internacional).
La convicción es la que nos tiene que llevar a tener la seguridad de que a pesar de que el momento que estamos pasando sea difícil o duro de sobrellevar, Dios está a nuestro lado para ayudarnos, para extendernos su mano, para darnos fuerzas más allá de lo que imaginábamos y para mostrarnos su propósito perfecto en medio de lo que podamos estar viviendo.
Cada uno de nosotros cada día de nuestra vida nos enfrentaremos a situaciones de toda clase, desde las que consideraremos fáciles de sobrellevar, hasta las que consideraremos muy difíciles de enfrentar, pero es allí en donde debemos decidir si vivir a través de la emoción de momento o a través de la convicción que me da la seguridad “pese a” de que todo saldrá bien porque Dios esta conmigo.
Quizá los últimos días o semanas has estado enfrentando tus problemas a través de la emoción, te has sentido triste, solo, desamparado y hasta derrotado, sin embargo hoy quiero que cambies por un momento tu emoción en CONVICCIÓN, a que no te dejes llevar por tus emociones o sentimientos, sino mas bien por la convicción firme de que no importa lo que estés pasando o lo que en este momento sientas: Dios te ha de ayudar porque Él lo ha prometido.
Un hombre de convicción como el Apóstol Pablo comprendió claramente esto, por eso escribo lo siguiente:
“Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación. Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos”. 2 Corintios 4:8-9 (Nueva Traducción Viviente)
Las emociones nos llevan a pensar muchas cosas que a veces no son ciertas, en cambio la convicción nos lleva a creer a pesar de no ver, a confiar a pesar del estado de ánimo que podamos tener.
¿Cómo quieres enfrentar la vida, a través de la emoción o a través de la convicción?
Y es que muchas veces tratamos de anteponer la emoción a la convicción y es allí cuando nos enredamos en emociones muy propias que van a la contra de lo que por convicción deberíamos pensar o creer acerca de diferentes asuntos de la vida cotidiana del cristiano.
Un cristiano que vive a través de la emoción es inconstante, porque nuestras emociones y sentimientos lo son.
Hoy estamos felices sonriendo, pero mañana pueda que este tristes o hasta llorando. Hoy nos reímos y mañanas estamos enojados. Las emociones son inconstantes y por ello nosotros no deberíamos permitir que nuestro estado de ánimo defina lo que realmente deberíamos creer.
La Biblia dice: “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” Santiago 1:8 (Reina-Valera 1960). Vivir a través de la emoción es garantizar una vida inconstante en todos los sentidos y en cualquier área.
La emoción muchas veces le gana a la razón y es allí cuando nos damos un gran tropezón.
Un cristiano que vive a través de la emoción es un cristiano que cuando se siente triste duda de lo que Dios puede hacer, es un cristiano que cuando se siente solo, piensa que Dios lo ha abandonado, y es que un cristiano que vive a través de la emoción hace que su fe se tambalee según el estado de ánimo que él se encuentre.
Ahora bien, un cristiano que vive a través de la convicción es una persona que tiene muy bien fundamentada sus creencias, su confianza y su fe en Dios. Es alguien que no se deja manipular por las emociones del momento, ni por los sentimientos que se produzcan como resultado de la situación difícil que pueda estar viviendo.
Un ejemplo de un cristiano que vivía a través de la convicción es el Apóstol Pablo, que no permitía que las emociones del momento, las situaciones difíciles que le tocaba enfrentar o los comentarios de las personas determinaran su convicción, sino más bien decía lo siguiente: “Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado” 2 Timoteo 1:12 (Nueva Versión Internacional).
La convicción es la que nos tiene que llevar a tener la seguridad de que a pesar de que el momento que estamos pasando sea difícil o duro de sobrellevar, Dios está a nuestro lado para ayudarnos, para extendernos su mano, para darnos fuerzas más allá de lo que imaginábamos y para mostrarnos su propósito perfecto en medio de lo que podamos estar viviendo.
Cada uno de nosotros cada día de nuestra vida nos enfrentaremos a situaciones de toda clase, desde las que consideraremos fáciles de sobrellevar, hasta las que consideraremos muy difíciles de enfrentar, pero es allí en donde debemos decidir si vivir a través de la emoción de momento o a través de la convicción que me da la seguridad “pese a” de que todo saldrá bien porque Dios esta conmigo.
Quizá los últimos días o semanas has estado enfrentando tus problemas a través de la emoción, te has sentido triste, solo, desamparado y hasta derrotado, sin embargo hoy quiero que cambies por un momento tu emoción en CONVICCIÓN, a que no te dejes llevar por tus emociones o sentimientos, sino mas bien por la convicción firme de que no importa lo que estés pasando o lo que en este momento sientas: Dios te ha de ayudar porque Él lo ha prometido.
Un hombre de convicción como el Apóstol Pablo comprendió claramente esto, por eso escribo lo siguiente:
“Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación. Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos”. 2 Corintios 4:8-9 (Nueva Traducción Viviente)
Las emociones nos llevan a pensar muchas cosas que a veces no son ciertas, en cambio la convicción nos lleva a creer a pesar de no ver, a confiar a pesar del estado de ánimo que podamos tener.
¿Cómo quieres enfrentar la vida, a través de la emoción o a través de la convicción?
NO OLVIDES DE DONDE VIENES
“Pero nosotros no somos capaces de hacer algo por nosotros mismos; es Dios quien nos da la capacidad de hacerlo”. 2 Corintios 3:5 (TLA)
Recordar nuestro pasado para muchos puede ser doloroso y quizá difícil, pero para nosotros los cristianos debería ser una razón de gozo pensar de dónde venimos y a donde hoy estamos, lo que éramos antes y lo que ahora por gracia de Dios somos.
Aquellos que no nacimos en un hogar cristiano y no tuvimos enseñanzas bíblicas de pequeños sabemos lo que es vivir sin Dios, sabemos lo que es no tener un sentido de vida, sabemos lo que es sufrir solos sin esperanza.
Los que más valoramos lo que ahora por gracia y misericordia de Dios tenemos, somos los que anteriormente sufrimos muchos y todo ello nos lleva a valorar de mejor forma lo que Dios ha hecho en nuestra vida.
Cada vez que personalmente recuerdo quien era y como vivía, pero sobre todo lo que ahora soy y lo que Dios me permite vivir, me emociona, no puedo evitar que mis ojos rápidamente se humedezcan y es que no entiendo como Dios ha sido tan bueno conmigo, con mi familia.
Recuerdo cada momento difícil que he pasado, recuerdo cada lágrima derramada por sentirme fracasado, por sentirme derrotado, recuerdo cada sentimiento que me quería llevar a pensar que no iba a lograrlo, que no saldría adelante, que mi vida se había terminado, que no había una razón porque vivir.
Recuerdo cada suceso, cada experiencia, cada palabra, cada crítica, cada burla, todo. Y no lo recuerdo como una razón para hacerme sentir mal, ni mucho menos para que mi ánimo decaiga, no, al contrario, recuerdo cada cosa y cada experiencia y veo a mi alrededor, y veo lo que Dios ha hecho y veo como Él ha cambiado mi historia y entonces, allí al ser testigo de todo, al ver como Dios ha obrado de maneras que nunca imagine, mis sentimientos florecen y mi garganta se cierra con un nudo inmenso y solo puedo decir muy emocionado: ¡Gracias Dios!
¿Sabes porque hay muchas cosas de las que escribo y te identificas?, porque yo he estado allí, porque yo sé que es vivir eso, porque a mí me ha pasado, porque he visto a Dios actuar, porque nadie me lo conto, yo lo viví y todo eso me lleva a tener la autoridad y la convicción firme de animarte y decirte: ¡Dios no ha terminado contigo!
¿Sabes porque Dios es bueno conmigo?, porque recuerdo cada día de mi existencia de donde vengo, quien fui y lo que ahora Dios ha hecho en mí, eso no permite que yo me crea más de lo que realmente soy, eso no permite que en mi exista orgullo alguno de creerme tan bueno o tan perfecto, vivo cada día dando gracias a Dios y pidiendo su ayuda en mis imperfecciones, sigo siendo el mismo imperfecto, pero con unas enormes ganas y voluntad de buscar esa perfección en Él.
No es que ya no tenga problemas, no es que no pase por momentos difíciles o críticos, no es que a veces no me sienta solo, triste o débil, sino que al ver hacia atrás, al recordar todo lo que Dios ha hecho, al ver lo que hizo y al ser testigo de su poder, no puedo más que creer que TODO ESTARA BIEN, que Dios se las ingeniara para cuidarme, para protegerme, para bendecirme, mi tarea es creer, mi tarea es buscarlo, mi tarea es estar cerca suyo, todo lo demás, es tarea de Dios.
Pueda que hoy estes enfrentando uno de los momentos más difíciles de tu vida, sin embargo te animo a seguir confiando en que Dios actuara, te animo a seguir confiando en que Dios obrara en tu vida, quizá no como imaginaste que seria, sino mejor de lo que un día pensaste, porque así es Dios.
Tus emociones y sentimientos no deben nublar tu fe ni tu confianza en Él, Dios ya hizo cosas maravillosas en tu vida y si vuelves a ver hacia atrás o recuerdas lo que antes eras, puedes con seguridad decir que Dios ha sido bueno contigo, y al mismo tiempo recordar lo que Él ya hizo te tendría que llevar a confiar ciegamente en que ¡Dios no ha terminado contigo! Y que ¡Él actuara en tú vida!
Recordar de dónde vienes y lo que ahora por gracia de Dios eres, tiene que provocar en ti un sentimiento puro de agradecimiento que como consecuencia tendría que llevarte a creer en
Él independientemente del momento o las circunstancias que estés atravesando, porque si Él lo hizo una vez, lo hará nuevamente.
Que nunca se te olvide de dónde vienes, que nunca crezca en ti el orgullo de creer que alcanzaste mucho por tus buenas capacidades o tu esfuerzo, no, todo lo que pudiste alcanzar o lograr realmente fue un logro de Dios en ti, fue algo que Él hizo, fue algo que Él comenzó en ti y que cada día está perfeccionando.
Que cada día de nuestra vida recordemos de dónde venimos y lo que ahora Dios nos ha hecho, esto es: Hijos legítimos de Él que vivimos no por vista, sino por fe.
¡Gracias Dios por lo que ahora somos en ti!
“Sin embargo, lo que ahora soy, todo se debe a que Dios derramó su favor especial sobre mí, y no sin resultados. Pues he trabajado mucho más que cualquiera de los otros apóstoles; pero no fui yo sino Dios quien obraba a través de mí por su gracia”. 1 Corintios 15:10 (Nueva Traducción Viviente)
Recordar nuestro pasado para muchos puede ser doloroso y quizá difícil, pero para nosotros los cristianos debería ser una razón de gozo pensar de dónde venimos y a donde hoy estamos, lo que éramos antes y lo que ahora por gracia de Dios somos.
Aquellos que no nacimos en un hogar cristiano y no tuvimos enseñanzas bíblicas de pequeños sabemos lo que es vivir sin Dios, sabemos lo que es no tener un sentido de vida, sabemos lo que es sufrir solos sin esperanza.
Los que más valoramos lo que ahora por gracia y misericordia de Dios tenemos, somos los que anteriormente sufrimos muchos y todo ello nos lleva a valorar de mejor forma lo que Dios ha hecho en nuestra vida.
Cada vez que personalmente recuerdo quien era y como vivía, pero sobre todo lo que ahora soy y lo que Dios me permite vivir, me emociona, no puedo evitar que mis ojos rápidamente se humedezcan y es que no entiendo como Dios ha sido tan bueno conmigo, con mi familia.
Recuerdo cada momento difícil que he pasado, recuerdo cada lágrima derramada por sentirme fracasado, por sentirme derrotado, recuerdo cada sentimiento que me quería llevar a pensar que no iba a lograrlo, que no saldría adelante, que mi vida se había terminado, que no había una razón porque vivir.
Recuerdo cada suceso, cada experiencia, cada palabra, cada crítica, cada burla, todo. Y no lo recuerdo como una razón para hacerme sentir mal, ni mucho menos para que mi ánimo decaiga, no, al contrario, recuerdo cada cosa y cada experiencia y veo a mi alrededor, y veo lo que Dios ha hecho y veo como Él ha cambiado mi historia y entonces, allí al ser testigo de todo, al ver como Dios ha obrado de maneras que nunca imagine, mis sentimientos florecen y mi garganta se cierra con un nudo inmenso y solo puedo decir muy emocionado: ¡Gracias Dios!
¿Sabes porque hay muchas cosas de las que escribo y te identificas?, porque yo he estado allí, porque yo sé que es vivir eso, porque a mí me ha pasado, porque he visto a Dios actuar, porque nadie me lo conto, yo lo viví y todo eso me lleva a tener la autoridad y la convicción firme de animarte y decirte: ¡Dios no ha terminado contigo!
¿Sabes porque Dios es bueno conmigo?, porque recuerdo cada día de mi existencia de donde vengo, quien fui y lo que ahora Dios ha hecho en mí, eso no permite que yo me crea más de lo que realmente soy, eso no permite que en mi exista orgullo alguno de creerme tan bueno o tan perfecto, vivo cada día dando gracias a Dios y pidiendo su ayuda en mis imperfecciones, sigo siendo el mismo imperfecto, pero con unas enormes ganas y voluntad de buscar esa perfección en Él.
No es que ya no tenga problemas, no es que no pase por momentos difíciles o críticos, no es que a veces no me sienta solo, triste o débil, sino que al ver hacia atrás, al recordar todo lo que Dios ha hecho, al ver lo que hizo y al ser testigo de su poder, no puedo más que creer que TODO ESTARA BIEN, que Dios se las ingeniara para cuidarme, para protegerme, para bendecirme, mi tarea es creer, mi tarea es buscarlo, mi tarea es estar cerca suyo, todo lo demás, es tarea de Dios.
Pueda que hoy estes enfrentando uno de los momentos más difíciles de tu vida, sin embargo te animo a seguir confiando en que Dios actuara, te animo a seguir confiando en que Dios obrara en tu vida, quizá no como imaginaste que seria, sino mejor de lo que un día pensaste, porque así es Dios.
Tus emociones y sentimientos no deben nublar tu fe ni tu confianza en Él, Dios ya hizo cosas maravillosas en tu vida y si vuelves a ver hacia atrás o recuerdas lo que antes eras, puedes con seguridad decir que Dios ha sido bueno contigo, y al mismo tiempo recordar lo que Él ya hizo te tendría que llevar a confiar ciegamente en que ¡Dios no ha terminado contigo! Y que ¡Él actuara en tú vida!
Recordar de dónde vienes y lo que ahora por gracia de Dios eres, tiene que provocar en ti un sentimiento puro de agradecimiento que como consecuencia tendría que llevarte a creer en
Él independientemente del momento o las circunstancias que estés atravesando, porque si Él lo hizo una vez, lo hará nuevamente.
Que nunca se te olvide de dónde vienes, que nunca crezca en ti el orgullo de creer que alcanzaste mucho por tus buenas capacidades o tu esfuerzo, no, todo lo que pudiste alcanzar o lograr realmente fue un logro de Dios en ti, fue algo que Él hizo, fue algo que Él comenzó en ti y que cada día está perfeccionando.
Que cada día de nuestra vida recordemos de dónde venimos y lo que ahora Dios nos ha hecho, esto es: Hijos legítimos de Él que vivimos no por vista, sino por fe.
¡Gracias Dios por lo que ahora somos en ti!
“Sin embargo, lo que ahora soy, todo se debe a que Dios derramó su favor especial sobre mí, y no sin resultados. Pues he trabajado mucho más que cualquiera de los otros apóstoles; pero no fui yo sino Dios quien obraba a través de mí por su gracia”. 1 Corintios 15:10 (Nueva Traducción Viviente)